domingo, 22 de enero de 2012

ERMITA DE LA LUZ - RELOJERO - MURALLAS KIN KON 14-1-2012

EL REENCUENTRO


Ese sentimiento, volver a veros, encontrarnos nuevamente, aunque faltaste TU y TU también, no estábamos al completo por lo que dicha no era plena.

La alegría inundaba el lugar,  incluso el fraile que estaba rondando se dio cuenta, un grupo de amigos con la sonrisa en la boca,  el tiempo acompañaba, precioso amanecer, a las 6 de la mañana  hacía bastante rio en la calle, pero todo cambió con la salida del sol o era que estábamos juntos otra vez!

Comenzamos la ruta,  justo  frente a la Ermita, subimos hasta  otra pequeña Ermita situada  en una  cueva no mas grande que una simple habitación,  había un pequeño altar, cruces y alguna carta de algún caminante,  merecía la pena leerla,  pero era demasiado silencio, demasiadas penas,  quizás era de alguien que necesitaba un poquito de alegría, un poquito de nuestra amistad;   creíamos que la ruta iba a ser sencilla y rutinaria, pues parecía que enlazaba con otras que ya habíamos hecho,  nada mas lejos de la imaginación, es impresionante lo tenemos todo ahí, te desplazas 100 mts. y siempre nos asombramos, ese paisaje, ese rincón distinto al anterior y tan cerca, teníamos una subida muy pronunciada y no tardamos en sentirla en nuestros pies, cada vez pesaban más, el corazón se aceleraba y seguíamos subiendo, una parada en un pequeño mirador, se veía Murcia, estaba amaneciendo para la Ciudad,   se veían unas hogueras o chimeneas, no más de tres o cuatro,  pero se divisaba a lo lejos, veíamos  como el humo se esparcía por el valle como una tenue niebla, habíamos tomado un respiro, seguimos subiendo, alguna paradita otro respiro,  aunque para algunos que estrenaban botas, iban saltando y trotando como si nada, llegamos a la cima del cerro, una gran explanada, ya habíamos estado allí, pero tomamos otro sendero que apenas se percibía, fuimos bordeando el Barranco del Sordo,  impresionante, creo que era el sitio donde mas profundidad se dejaba entre ver, seguíamos andando, sin camino señalado, pronto un pequeñísimo sendero, apenas cogía el píe,  estábamos pasando al otro lado del barranco, era tan estrecho, que en algún tramo nos teníamos que agarrar a la pared para saltar, en otros faltaba la tierra y había pendiente, podíamos habernos caído y hubiera sido serio,  pero seguimos, era fascinante,  encontramos una gruta con una puerta,  posiblemente donde cogían agua antiguamente,  no veíamos el final, no llevábamos linternas y quedaba mucho recorrido por hacer, enlazamos con una pequeña rambla, no más de 100 mts. otro rinconcito agradable de ver casi escondido y por donde no se notaba el paso de la gente, otra vez el sendero,  ya nos acordábamos de otras veces,  subía hasta el relojero, ya en la base casi llegando en ese cruce de caminos, de tierra roja, blanca y de encuentros con la gente, que si vosotros conmigo, los más fuertes por aquí, etc. etc. siempre la preocupación del compañero, estábamos cansados, pero decidimos ir por el sitio mas complicado, pronto llegamos, no nos dieron ni un respiro, hay que seguir, y seguimos,  menos mal que ya era bajada, íbamos hacia las Murallas de Kin Kon.


El Pico del Relojero, es un punto de encuentro, donde va mucha gente, ves grupos pequeños, otros muy grandes, ciclistas y siempre ¡Hola!, ¡Buenos Dias!, ¡Que tal! y otras cosillas y te preguntas:  ¿Por qué las mismas personas en la ciudad o en sus pueblos/pedanías no hacen lo mismo?  ¿Por qué no saludamos a la gente de nuestro entorno?,  ¿Por qué seguimos empeñados en nuestro encierro?. No se si a vosotros os pasará lo mismo, a que te sientes de otra manera cuando saludas a la gente, en un pueblo pequeñito toda la gente se saluda, no habéis notado que la gente sonríe más.

Subimos a un cerro, estábamos viendo el Mar Menor, La Manga, las islas, etc. era la hora de almorzar de reponer fuerzas, ya habíamos hecho un largo recorrido o eso creíamos, alguien dijo, en este cerro no, vamos al otro de más allá, cuando por fin llegamos había merecido la pena, por el paisaje, veíamos el Pico de Columbares, donde habíamos estado en una ocasión anterior, exhaustos, sacamos lo que llevábamos, unos una naranja, otros una pera, otros la barrita y bueno ya nos conoces, sacamos las barras de pan, los fuet, la longaniza, el queso, las empanadillas, unos chorizos pequeños y secos que estaban de muerte, que buenos, dame un trozo de pan, toma tu de esto, que si el queso buenísimo, una cervecita?, así pasamos un momento agradable, almorzando, hablando y viendo el paisaje, merecía la pena el trecho recorrido,  pero ahora hay que seguir, con renovadas fuerzas, retornamos sobre nuestros pasos, volvimos al cerro anterior, desde allí teníamos que seguir otro sendero para llegar a las canteras, pero parece que nos equivocamos,  empezamos a caminar,  con nuevas energías,  algunos nos atrevimos casi a correr, parecía que íbamos bien, claro era hacia abajo, tonto de mí. Llevábamos un tiempo andado cuando nos dimos cuenta que ese no era el camino, estábamos divisando la autovía y el camino giraba a la izquierda en lugar de la derecha, tenemos que desandar lo andado, y esta vez hacia arriba, otra vez a subir, la verdad es que iba bien, me encontraba con fuerzas, no así nuestro amigo Paco con sus recién cumplidos 61 años el día 13, al parecer Carmen lo castigó bastante la noche anterior y le cargó bien la mochila por la mañana, esa mochila nueva que como llevaba mas bolsillos, parece que había que llenarlos, vamos Paco un pequeño esfuerzo más, increíble era yo el que daba ánimos, normalmente siempre es al contrario, soy yo quien se queda atrás.

Seguimos subiendo, Calisto el primero, Juan Carlos seguía como un crío, con sus botas nuevas, saltando de un lado para otro como si se hubiera tomado un  Red Bull (te da alas) y por fin, encontramos otro sendero y volvimos sobre nuestros pasos hacia el relojero, no se si porque  íbamos hablando, no teníamos prisa, o por las bromas, cuando nos enteramos estábamos arriba, ahora ya era todo descenso, las conversaciones no eran las mismas, se presentía el fin, tomamos otros senderos, otro camino, bajamos por la subida de los tubos, llegamos al asfalto, aunque no contento, Calisto y para no ir por la carretera, subimos un poquito y fuimos por la ladera hasta llegar a la Ermita.   

Habíamos tardado más de 4 horas, la ruta había sido dura, pero aún teníamos fuerzas para reírnos y beber una botellita de sidra que traía Paco, era hora de despedirnos aunque ninguno lo decía, como si no quisiéramos salir de ese círculo que formábamos, copa en mano brindando.

Siento no poder daros mas datos, de que sendero era, como se llama el cerro donde estuvimos, la zona, altura, kilómetros recorridos, anécdotas del lugar como hacen otros grupos o personas, sólo trato de trasmitiros lo que verdaderamente importa,  los sentimientos, el trato con las personas, con la naturaleza, ese momento para recordar, esas vistas que se te quedan gravadas y con ganas de volver, nuestros recuerdos ………..

Espero que lo halláis pasado también como yo,  tanto a los que estábamos  como a los que os atrevéis a leer mis crónicas,  sobre todo me aréis feliz si en algún momento de mi relato, habéis sentido una mínima parte de lo que yo.

Podeis ver las fotos de esta ruta haciendo clic en la parte derecha "Galeria de fotos".

También podeis tener una información cartografica y técnica de la ruta enviada por Juan Carlos Simon en el enlace siguiente:


Antonio Ros

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