martes, 3 de julio de 2012

Ruta: Castillo del Puerto de la cadena 16-6-2012


LA LLAMADA

Me fallasteis unos cuantos y hasta el último momento no sabíamos con certeza quienes veníais, otros por error mío fueron a otro punto de encuentro, no sabía que más tarde las fuerzas de la naturaleza haría que nos encontráramos.

Ya hemos estado otras veces haciendo esta ruta, aunque siempre cogemos alguna variante por lo que parecen distintas, o ese día nos fijamos en otras cosas y también depende como esté el tiempo, si está nublado o con sol y muy importante, quién te acompañe en ese momento. Con la sensación de que faltaba alguien, comenzamos nuestra andadura, el cauce de la rambla estaba seco por lo que no había la alegría de otros momentos vividos en el mismo lugar e iniciamos el ascenso, creo que cada vez lo subo mejor aunque la cuestecica se las trae, antes de una hora llegamos a la base del castillo, solo nos quedaba un pequeño tramo, subir por las rocas, yo me quedé a recuperarme un poco de la subida, así que me quedé solo y empecé a oírla otra vez, esa llamada, ese susurro, ya no era el viento, no era la primera vez.

Comencé a subir en solitario ese pequeño tramo en el que te tienes que ir agarrando a la roca ya desgastada y tener mucho cuidado pues del paso de la gente la ha ido puliendo y se ha quedado muy resbaladiza, pronto llegamos al Castillo y una voz nos sorprendió, agachado y medio escondido nuestro gran amigo Franc, se nos había perdido, confundió el punto de encuentro y se fue al área de servicio del Puerto y desde allí en solitario inició su marcha para encontrarnos en el  Castillo, ¿coincidencia?  mismo sitio, misma hora o fue …………………………………………….

Otra vez lo sentí, casi en el centro hay un pino no muy alto, si te acercas, verás que las ramas no son rectas, están curvadas, te permite acercarte, te arrimas a su tronco y es como si tratara de abrazarte, de cogerte, raíz gruesa sale casi de la roca, te permite sentarte, quizás si lo hicieras tú, también lo sentirías, te contaría su leyenda, la Leyenda del Rey Lobo, esa que os dije algún día escribiría, pues ya la comencé y cuando la tenga os la pasaré.

Decidimos continuar viaje todos juntos y empezamos el descenso, teníamos que tomar ruta nueva, así que bajamos por la zona más meridional -dirección Campo de Cartagena o las ventas del puerto- hasta el camino que bordea el Castillo, anduvimos un buen rato,  el hambre ya  acuciaba  y decidimos pararnos a la sombrita, cada uno con lo suyo, la sorpresa nuestra querida CARMEN había llevado una tortilla de patatas calentita que todos probamos con agrado y nuestro Paco con las cervecitas fresquitas nos alivió el calor, que personas tan agradables y siempre con la sonrisa en la cara, pues eso no fue todo, también nos obsequiaron con café, ya sabéis el servicio completo, que si con azúcar, sacarina, leche condensada, son fenomenales.

Tras el almuerzo y con energías renovadas, seguimos con nuestras andaduras, estrecho camino y yo a la cabeza, un pequeño tramo en llano y un cruce, si bajamos pronto llegaríamos al lugar de partida y aunque ya había ganas, no se si por la tortilla de Carmen o vuestro ánimo, tomamos otra vez hacia arriba y yo el primero, subimos durante algún tiempo, iba fenomenal, me encontraba bien y creo que a un buen ritmo, aunque creo que me dejasteis, me acordé del chiste del 600 para que quiero correr si voy el primero, camino muy serpenteante, bastante empinado y con surcos erosionados por el paso de las bicicletas, un tramos más, ya divisamos la cima y mejora el sendero y a la sombra de la montaña y los pinos, una bocanada de aire fresco, el paisaje una maravilla y seguía yendo el primero, por fin pude llegar sin problemas a las cuestas del ono, camino ancho que teníamos que coger para la vuelta, esos pinos altos, esas vistas de Murcia, ese sol que ya calentaba de lo suyo, poco a poco emprendimos el camino de vuelta, ya sabes como siempre, admirando los nuevos rinconcitos del camino y pensando en el techo recorrido, las emociones del día, vuestras conversaciones, esos recuerdos que te dejan con una sonrisa en la boca y la aventura terminó por ese día, pero habrán muchas más…

Espero que sintierais parte de lo que yo sentí, de lo contrario tendrás que repetirla o no estábamos en el mismo sitio. Me sentiré feliz si algo de lo que os he contado te ha hecho recordar aquel día o aliviarte un poquito los problemas de hoy.

Saludos,
Antonio Ros

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