CIELO AZUL, LUNA
LLENA
Otra vez tendríamos una salida
espectacular, había llovido durante la
semana y especialmente el viernes por la noche, la mañana se presentaba de maravilla, alguna nube, aire limpio y ella, allá en lo
alto, mirándonos como casi siempre, la
luna se había aliado con el tiempo y nos esperaba un gran día.
En el lugar de encuentro nos
agrupamos en los coches y partimos en dirección a la aventura del día, pronto
llegamos al destino, aparcamos debajo de los eucaliptos, cerca de los caseríos entre
huertos de limoneros. Se plantean dos opciones, como casi de costumbre últimamente, tomar la decisión mas acertada de la ruta a
seguir, unos que si la que ya conocíamos
y otros aventurarnos por sendas que no conocemos, problema de esta última opción, el tiempo, no
sabíamos cuanto tardaríamos, nuestro
buen Pablo insistía que teníamos que conocer nuevos caminos.
La miré allá en lo alto y empecé
a caminar, teníamos que ir por senderos nuevos, costara lo que costara, así que
los demás me siguieron, me encontraba bien esa mañana y solo tenía que seguir a
la Luna y
comenzamos, cogimos un camino que
enseguida se terminó, así que tuvimos que buscar un acceso a la central
eléctrica, ¡claro!, el camino estaba más
arriba, así que hicimos camino nuevo, pasamos los tubos por donde baja el agua desde la cima a la central de
producción de electricidad y seguimos el sendero, el sol nos iluminaba a veces y era de
agradecer a esas horas de la mañana, otras veces se escondía entre las nubes,
menos ella, allá en lo alto nos observaba durante todo el camino, la vegetación era una maravilla, todo lleno de
romero, lo teníamos por doquier, el camino estrecho y angosto nos obligaba a
rozarnos con la vegetación, así que
entre la humedad de la tierra y el olor a romero íbamos como en una nube, por suerte para mi, ese día me encontraba bastante bien y apenas
notaba el camino, no había subidas
bruscas aunque no parábamos de ascender, pronto los barrancos a nuestra izquierda se hicieron más pronunciados y
veíamos las copas de los pinos, esos
pinos de Sierra Espuña, parecen distintos en cada zona, impresionan sus formas, ese color cuando destellaba el sol en la cima, ese color verde claro.
Un gran bosque en nuestra sierra,
esos pinos altos, de vez en cuando alguna encina y gracias a la lluvia un gran
manto verde en las zonas mas húmedas, hay una pequeña bifurcación, por
lógica yo insisto que la derecha, por
cabezonería de nuestro amigo… no digo nombre, se metieron a la izquierda, claro que tuvimos
que retroceder, se encontraron en menos
de 10 m. con un barranco a sus pies, aunque mereció la pena por las vistas, por una vez yo había acertado, casi siempre me desoriento, pero ese día, ella allá en lo alto me servía
de guía, el camino transcurría por el
lado opuesto del barranco, por donde normalmente subimos, las vistas eran totalmente distintas, eran
mucho más bellas y no teníamos ciclistas a cada momento pidiéndonos paso, aunque
siempre nos apartamos antes de que lleguen, hay que compartir el camino y nosotros siempre tendemos una mano y casi
siempre animamos a los que con tanto esfuerzo suben en bici esas cuestas a
veces interminables, otras veces cuando
se paran, compartimos algo del camino o intercambiamos información.
De vez en cuando salía el sol e
iluminaba toda la rambla, vimos a
nuestra izquierda y en lo alto del cerro una construcción peculiar, estaba en todo lo alto, parecía un canal y el
sol aparecía a través de los arcos, nos dijimos que posiblemente fuera el canal
que en otras veces seguíamos pero que
nunca lo habíamos seguido en el recorrido que veíamos desde el punto que estábamos, así que nos propusimos un reto, tratar de
descubrirlo, pues la bajada la haríamos
por las rampas que normalmente utilizamos para subir.
Llegaba la hora del almuerzo y no
habíamos llegado aún a nuestro destino, Fuente Bermeja, alguno se empezó a poner nerviosillo, ya que no sabíamos cuanto faltaba, aligeramos un poco el paso y pronto llegamos
a la bifurcación que gira hacia el Berro y de frente hacia las casas del Leiva, a nuestra izquierda el barranco, teníamos que
bajar, supuestamente habíamos llegado, aunque no veíamos camino claro, empezamos a descender, estábamos en el lugar adecuado, habíamos
llegado a Fuente Bermeja.
Pronto y en la mesa que hay junto
al albergue, desplegamos todas las viandas que llevábamos, bocadillos, pan, fuet, las empanadas que
nuestra cariñosa Carmen había hecho (estaban buenísimas) y la bebida, teníamos para elegir entre cerveza rubia y cerveza negra, los chistes, la
conversación amena, nos hinchamos bien a comer y beber, faltaba el plato final, nuestro amigo Manolo había traído el tan
deseado bizcocho que hace su mujer, Lali, NO QUEDARON NI LAS MIGAJAS, estaba
buenísimo, había quien pensaba llevarse un trocito, nada, de nada, si hubiera traído dos, hubieran caído, a esto le sumamos el café por partida
doble, el de Pepe y el de Carmen, pero todavía habría una sorpresa, Carmen y Paco trajeron un vinito dulce, que como estaba el jodío de bueno.
Así con la panza llena, comenzamos la vuelta y había que hacerla
ascendiendo, a algunos le pesaban las piernas, sorprendentemente yo iba
fenomenal, no me dolían las rodillas, así que ahora me tocaba tirar del grupo, pronto llegamos a la altura del canal,
llevaba poca agua y lo seguimos, en algunos tramos veíamos el camino que
habíamos cogido al otro lado del barranco, estábamos ascendiendo, las
piernas casi nada. Íbamos a paso ligero y decidimos
seguir hasta el final el canal, que terminaba en el caño Espuña, ese que te
encuentras casi al principio y que lo ves bajar por toda la ladera, seguimos avanzando y pronto dimos con la construcción de arcos
que vimos esa mañana desde lejos, era
la conducción del mismo canal que terminaba en la cumbre en una gran balsa que
se utilizaba antiguamente para la recogida y almacenamiento del agua, estaba bastante deteriorada y llena de
cañas, las compuertas con traviesas de
madera estaban rotas, el abandono, el descuido, el deterioro de las
construcciones antiguas que deberían de conservarse, puede que en un tiempo no
muy lejano tengamos que hacer uso de ellas, el agua ya en caída transcurría por un estrecho canal lleno de vegetación a ambos lados, hay un estrecho sendero por el que se puede
pasar y llegar nuevamente al camino, ya
poco nos faltaba, hasta el momento, todo
risas, comentarios, volvía el silencio, cortado de vez en cuando por alguna
anécdota del día, una mirada al cielo y allí estaba ella, nos había acompañado toda la mañana, cielo
azul, luna llena y la aventura terminó
por ese día, pero habrán muchas más… y ahora con gafas nuevas podré
ver lo mismo que tú o no.
Espero que sintierais parte de lo que yo sentí, de lo
contrario tendrás que repetirla o no
estábamos en el mismo sitio. Me sentiré
feliz si algo de lo que os he contado te
ha hecho recordar aquel día o aliviarte
un poquito los problemas de hoy.
Saludos,
Antonio Ros
Fuente Bermeja.
FICHA TÉCNICA DE LA RUTA
|
|||
Sierra Espuña – Fuente
Bermeja por sendero opuesto
|
|||
Distancia
|
16 Kilómetros
|
||
Altitud
|
Mínima: 370 metros
|
Máxima: metros
|
|
Desnivel acu.
|
Subiendo: metros
|
Bajando: metros
|
|
Dificultad
|
Moderada
|
Con almuerzo.
|
|
Tiempo
|
4 Horas 30 minutos
|
||
Fecha
|
3 Noviembre 2012
|
¿Ruta señalizada?
|
NO en algunos tramos
|
Ruta circular
|
Sí
|
||
De interés
|
Recorrido precioso.
|
||
Valoración (1)
|
* * * * * (1) 0 No aconsejable - 5 Para repetir
|
||
No hay comentarios:
Publicar un comentario